Perezosos, narcisistas, quejicas… Desmontamos 7 prejuicios que persiguen a la generación Z

En línea en miércoles 04, junio 2025

Actualizado el miércoles 04 junio 2025

By Alejandro, Responsable de contenidos

En el fondo, no están tan lejos de nosotros como nos gustaría creer…

1/ Son perezosos y carecen de compromiso

Un informe de Gallup destaca una disminución significativa en el compromiso laboral entre los trabajadores más jóvenes, especialmente los millennials mayores y la Generación Z. Esta falta de compromiso tiene implicaciones para la retención, ya que los trabajadores más jóvenes «son cada vez más propensos a buscar activamente nuevos empleos o estar atentos a las oportunidades».

2/ ¿Están enganchados a las pantallas?

Es cierto que la Generación Z pasa mucho tiempo frente a las pantallas, pero no más que otras generaciones. Además, están empezando a abandonar algunas redes sociales en favor de un uso más moderado o funcional del entorno digital. Sin embargo, la sobreexposición digital afecta su salud mental. En España, el informe «Juventud en pleno cambio» de Unicef (2022) muestra que 1 de cada 3 jóvenes presenta síntomas de ansiedad o depresión, y el uso excesivo de redes sociales es uno de los factores

3/ ¿Cambian mucho de trabajo y son “infieles” a las empresas?

Sí, pero por buenas razones. Según el informe de Deloitte «2024 Gen Z and Millennial Survey«, el 44 % de los jóvenes dejaría su empleo actual si siente que no tiene propósito o impacto social. No se trata de inestabilidad, sino de buscar un entorno laboral donde se les valore y motive

4/ ¿No quieren contratos fijos?

Y todos quieren ser influencers o emprendedores en Dubái o Bali…No es cierto. El informe del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (2023) confirma que los jóvenes siguen aspirando a un contrato indefinido como una vía para lograr estabilidad y autonomía, aunque muchos acaban atrapados en la temporalidad. Lo que rechazan es la precariedad.

5/ ¿Son hipersensibles y no aceptan críticas?

Es la «generación Snowflake», tan frágil como un copo de nieve. ¿O tal vez es más bien muy consciente del mundo (duro) en el que vive y atenta a sus emociones? En France Inter, la socióloga Anne Muxel la ve más bien como «una generación que sabe adaptarse, una generación más plástica, que considera que primero hay que contar con tus propias fuerzas para salir adelante y encontrar un lugar». En cuanto a la autoridad a la que los jóvenes desafían constantemente, Anne Muxel sugiere que para ellos «la contractualización de la relación con el otro es algo importante. Yo te respeto, tú debes respetar mi diferencia para que yo respete la tuya». Un estudio de la Universidad de Harvard publicado en el Journal of Applied Psychology muestra que los jóvenes valoran la salud mental y la gestión emocional en el entorno de trabajo. Están más abiertos a hablar de sus emociones y a buscar entornos donde se les respete.

6/ Son difíciles de gestionar

No más que cualquier otra generación, si sabes cómo liderarlos. El «EY Gen Z Segmentation Study» demuestra que los jóvenes respetan la autoridad, siempre que se base en la empatía, la transparencia y la coherencia.

7/ Ya no quieren ser managers

Esto sí tiene algo de cierto. La llamada “desjerarquización consciente” muestra que muchos jóvenes no desean escalar posiciones si eso pone en riesgo su bienestar. Un estudio indica que más del 50 % de los profesionales jóvenes prefieren especializarse o emprender antes que asumir cargos jerárquicos tradicionales.

Lo que dicen los datos: según un estudio de Robert Walters realizado en el Reino Unido con 3.600 personas, el 52 % de los jóvenes profesionales de la generación Z no quiere convertirse en manager. Lo que significa que casi la mitad no lo descartaría…

En resumen:

Seguramente has leído la siguiente frase atribuida a Sócrates y has pensado que suena bastante real.

“Los jóvenes de hoy aman el lujo; son maleducados, desprecian la autoridad, no respetan a sus mayores y charlan en lugar de trabajar.”

Pero como todos los prejuicios anteriores, es falsa. O mejor dicho, no es de Sócrates —quien nunca escribió nada— sino de Kenneth J. Freeman. La redactó en 1906 en una disertación para optar a un puesto en el Trinity College tras sus estudios en Cambridge, según se puede leer en el blog de Mediapart. Todo esto para decir que hay que desconfiar de lo que parece demasiado evidente.

By Alejandro, Responsable de contenidos

Apasionado de las gastronomía, viajes, marketing y HRtech. Cuando no estoy explorando nuevos lugares o experimentando en la cocina, me encontrarás compartiendo conocimientos y tendencias de RRHH en mi blog.